Homilía
para el decimonoveno domingo en tiempo ordinario
10 de agosto de 2014
Patzún, Guatemala
10 de agosto de 2014
Patzún, Guatemala
Los dos escenarios naturales que
tenemos en nuestra primera lectura y el Evangelio – las montañas y el mar – se
espejan perfectamente por las personas que se reúnen hoy alrededor del altar. Ustedes,
el gran pueblo de Patzún, y nosotros, el grupo pequeño de Pittsburgh, juntos venimos
a conocer y tener la oportunidad de encontrar a nuestro Dios.
Ustedes, como Elías, encuentran a Dios
en las montañas de este país tan hermoso.
Son los testigos al mundo que todavía tenemos que escuchar al Señor, aun
así los tranquilos susurros del viento. Nosotros, como Pedro y los Apóstoles,
encontramos nuestra identidad en el agua de los tres ríos de nuestra linda ciudad. Aunque
dudemos a veces, debemos llegar a la fe del Señor.
Esta es la razón que estamos aquí: el encuentro – es el encuentro
entre la gente de Patzún y la de Pittsburgh, entre hermanos y hermanas en
Cristo, entre nosotros y Dios. Mientras nos encontramos con sonrisas, apretones de manos, y
conversaciones, también recordamos que nos encontramos a nuestro Dios a través
de la Palabra y los Sacramentos.
Elías pensó en encontrar a Dios por el viento,
terremoto, y fuego, pero Dios no estaba. Pedro pensó que tenía la fe para
caminar sobre el agua, pero desafortunadamente sucumbió a la duda y al miedo.
Mis hermanos y hermanas, nos reunimos
cada semana para descubrir que Dios nos desea encontrar en las maneras
tranquilas, para que nuestra fe pueda aumentar. Aunque los "eventos
principales" de nuestras vidas nos puedan llevar a momentos donde venimos
a Dios cara a cara, aumenta nuestra fe en los momentos tranquilos. En estos momentos que nos sentamos con la Palabra
e hincamos la rodilla ante el Santísimo Sacramento, el encuentro con Dios es el
más profundo, puesto que es el encuentro más íntimo.
Por este encuentro hoy, este momento de
estar con nuestro Señor en la Palabra y los Sacramentos, y de estar con
nuestros hermanos y hermanas, tenemos la oportunidad de ayudar a otros a
encontrar al Señor a través de nuestras palabras y acciones. Tenemos la
oportunidad de ser un Sacramento a los que servimos.
Mis amigos, encuentren a Cristo. Encuéntrenlo
en los días ordinarios, para que otros puedan llegar a conocerlo. Lo más que
encontramos a Cristo, lo más que llegamos a ser Cristo. Y como poco a poco transformaremos este mundo
en su imagen, lo más escuchamos los susurros en nuestras vidas, y recibir más
valor para caminar hacia él en la fe sobre las aguas.
Homily for the
Nineteenth Sunday in Ordinary Time
10 August 2014
Patzún, Guatemala
10 August 2014
Patzún, Guatemala
The
two natural settings we have in our First Reading and Gospel today – the
mountains and the sea – are mirrored wonderfully by the people who gather
around the altar today. You, the great people of Patzún, and we, the small
group from Pittsburgh, come to meet around the opportunity to encounter our God
together.
You,
the people who, like Elijah, encounter God upon the mountains of this beautiful
country witness to the world that we still need to listen for the Lord, even in
the quiet whispers of the wind. We, the people who, like Peter and the
Apostles, find our identity with water – particularly the Three Rivers of our
fair city – witness that even while we still doubt at times, we must reach out
in faith to the Lord.
Ultimately
that is why we’re here: the encounter - the encounter between the people of Patzún
and Pittsburgh, the encounter between brothers and sisters in Christ, the
encounter between us and God. And while we encounter each other in smiles,
handshakes and conversations this day, we also remember that we encounter our
God through Word and Sacrament.
Elijah
thought he would meet God through the wind, earthquake and fire, yet God was
not there. Peter thought that he had the faith to walk on the water;
unfortunately his doubt and fear got the best of him.
My
brothers and sisters, we gather each week to discover that our God wishes to
encounter us in the quiet ways, so that our faith may increase. While the “big
events” of our lives can lead us to moments where we come face-to-face with God
which increases our faith, it is in those quiet moments when we sit with the
Word and kneel before the Blessed Sacrament that the encounter with our God is
most profound, for it is the most intimate type of encounter.
And
from this encounter today, this moment of being with our Lord in Word and
Sacrament, and being with our brothers and sisters, we have the opportunity to
help others encounter the Lord through our words and actions. We have an
opportunity to be a sacrament to the people who we serve.
My
friends, come to Christ. Encounter Him so that, through you, others may come to
know who He is. The more we encounter Christ, the more we become Christ. And as
we slowly transform this world into His image, the more we hear Him in the
whispers of our lives and the more courage do we receive to walk to Him in
faith upon the waters of this life.
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Enjoy the journey . . .
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