15 August 2014

Encountering Christ



Homilía para el decimonoveno domingo en tiempo ordinario
10 de agosto de 2014
Patzún, Guatemala

Los dos escenarios naturales que tenemos en nuestra primera lectura y el Evangelio – las montañas y el mar – se espejan perfectamente por las personas que se reúnen hoy alrededor del altar. Ustedes, el gran pueblo de Patzún, y nosotros, el grupo pequeño de Pittsburgh, juntos venimos a conocer y tener la oportunidad de encontrar a nuestro Dios.

Ustedes, como Elías, encuentran a Dios en las montañas de este país tan hermoso.  Son los testigos al mundo que todavía tenemos que escuchar al Señor, aun así los tranquilos susurros del viento. Nosotros, como Pedro y los Apóstoles, encontramos nuestra identidad en el agua de los tres ríos de nuestra linda ciudad.   Aunque dudemos a veces, debemos llegar a la fe del Señor.

Esta es la razón que estamos aquí: el encuentro – es el encuentro entre la gente de Patzún y la de Pittsburgh, entre hermanos y hermanas en Cristo, entre nosotros y Dios.  Mientras nos encontramos  con sonrisas, apretones de manos, y conversaciones, también recordamos que nos encontramos a nuestro Dios a través de la Palabra y los Sacramentos.

Elías pensó en encontrar a Dios por el viento, terremoto, y fuego, pero Dios no estaba. Pedro pensó que tenía la fe para caminar sobre el agua, pero desafortunadamente sucumbió a la duda y al miedo.

Mis hermanos y hermanas, nos reunimos cada semana para descubrir que Dios nos desea encontrar en las maneras tranquilas, para que nuestra fe pueda aumentar. Aunque los "eventos principales" de nuestras vidas nos puedan llevar a momentos donde venimos a Dios cara a cara, aumenta nuestra fe en los momentos tranquilos.  En estos momentos que nos sentamos con la Palabra e hincamos la rodilla ante el Santísimo Sacramento, el encuentro con Dios es el más profundo, puesto que es el encuentro más íntimo.

Por este encuentro hoy, este momento de estar con nuestro Señor en la Palabra y los Sacramentos, y de estar con nuestros hermanos y hermanas, tenemos la oportunidad de ayudar a otros a encontrar al Señor a través de nuestras palabras y acciones. Tenemos la oportunidad de ser un Sacramento a los que servimos.

Mis amigos, encuentren a Cristo. Encuéntrenlo en los días ordinarios, para que otros puedan llegar a conocerlo. Lo más que encontramos a Cristo, lo más que llegamos a ser Cristo.  Y como poco a poco transformaremos este mundo en su imagen, lo más escuchamos los susurros en nuestras vidas, y recibir más valor para caminar hacia él en la fe sobre las aguas. 



Homily for the Nineteenth Sunday in Ordinary Time
10 August 2014
Patzún, Guatemala

        The two natural settings we have in our First Reading and Gospel today – the mountains and the sea – are mirrored wonderfully by the people who gather around the altar today. You, the great people of Patzún, and we, the small group from Pittsburgh, come to meet around the opportunity to encounter our God together.

        You, the people who, like Elijah, encounter God upon the mountains of this beautiful country witness to the world that we still need to listen for the Lord, even in the quiet whispers of the wind. We, the people who, like Peter and the Apostles, find our identity with water – particularly the Three Rivers of our fair city – witness that even while we still doubt at times, we must reach out in faith to the Lord.

        Ultimately that is why we’re here: the encounter - the encounter between the people of Patzún and Pittsburgh, the encounter between brothers and sisters in Christ, the encounter between us and God. And while we encounter each other in smiles, handshakes and conversations this day, we also remember that we encounter our God through Word and Sacrament.

        Elijah thought he would meet God through the wind, earthquake and fire, yet God was not there. Peter thought that he had the faith to walk on the water; unfortunately his doubt and fear got the best of him.

        My brothers and sisters, we gather each week to discover that our God wishes to encounter us in the quiet ways, so that our faith may increase. While the “big events” of our lives can lead us to moments where we come face-to-face with God which increases our faith, it is in those quiet moments when we sit with the Word and kneel before the Blessed Sacrament that the encounter with our God is most profound, for it is the most intimate type of encounter.

        And from this encounter today, this moment of being with our Lord in Word and Sacrament, and being with our brothers and sisters, we have the opportunity to help others encounter the Lord through our words and actions. We have an opportunity to be a sacrament to the people who we serve.

        My friends, come to Christ. Encounter Him so that, through you, others may come to know who He is. The more we encounter Christ, the more we become Christ. And as we slowly transform this world into His image, the more we hear Him in the whispers of our lives and the more courage do we receive to walk to Him in faith upon the waters of this life.




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 Enjoy the journey . . .  

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